En el actual contexto de altas temperaturas, cambio climático y alteraciones producidas por el ser humano, entre otros, los incendios forestales se alzan como el riesgo más latente que afecta a personas, ecosistemas nativos y zonas productivas.

Las características que hacen a algunos territorios más propensos a incendios forestales, son la acumulación de biomasa, es decir combustible, de forma permanente por varios años. El otro aspecto relevante es la continuidad de este combustible a lo largo del paisaje.

Actualmente existen extensos paisajes muy homogéneos, con alta biomasa acumulada por muchos años, incluso décadas. Esto se suma a las condiciones climáticas existentes, con olas de calor, con sequía, que los hacen más vulnerables a la ocurrencia de incendios.

En esta temporada, los riesgos de siniestros de envergadura existen. Anteriormente, las investigaciones que realizamos en 2022 y 2023, a través del Laboratorio de Ecología de Paisaje UdeC, revelaron que las comunas de Santa Juana, Hualqui, Penco y Tomé tenían alta vulnerabilidad, riesgos que lamentablemente se vieron confirmados con miles de hectáreas a merced de las llamas, cuya severidad acabó con vidas humanas, bosques y fauna.

Por otra parte, algunas especies arbóreas también tienen incidencia en la propagación de incendios. El caso de los pinos marítimos existentes en la zona de Concepción, es emblemático, pues son árboles muy longevos, en algunos casos centenarios, que concentran gran cantidad de biomasa. La presencia de estos individuos, repercute en una mayor propagación de los incendios, frente a factores como olas de calor o también vientos por sobre los 30 kilómetros por hora.

En este mismo sentido, el establecimiento de plantaciones en forma regular, en línea, hace también que la propagación de un incendio sea mucho más rápida. Investigaciones realizadas en Estados Unidos, demostraron que, en caso de plantaciones para restauración o recuperación de bosques, es necesario romper la homogeneidad del paisaje, es decir, plantar en forma desordenada, para dejar espacios vacíos, y no una continuidad de combustible tanto en escala de sitio, como en escala de paisaje.

En los últimos treinta años se ha acortado la distancia entre las plantaciones forestales y las viviendas en sectores rurales o zonas pobladas. Si bien existe actualmente una discusión entre la academia y el sector público para avanzar en la identificación de zonas de riesgo, dada por la interface entre plantaciones forestales y áreas urbanas, entre otros aspectos, es evidente la necesidad de una planificación territorial que minimice los riesgos y que maximice, al mismo tiempo, los servicios ecosistémicos para el bienestar humano, no solamente como carácter indicativo. Falta dar un paso que nos permita mejorar realmente la planificación territorial con el fin de reducir la vulnerabilidad a incendios, avanzar hacia la sustentabilidad y fortalecer la resiliencia de los sistemas socio-ecológicos.

Dr. Cristian Echeverría Leal

Ingeniero Forestal, M.Phil., Ph.D, Universidad de Cambridge, Inglaterra, Académico Facultad de Ciencias Forestales UdeC, Director del Laboratorio de Ecología de Paisaje, UdeC.